jueves, 19 de julio de 2012

Perfil Psicológico: Tere Lomelí.

Le dije a uno de los Psicólocos que me ayudara con unos perfiles, nomás para saber qué clase de gente hay en el ICEST, metido en rectoría.

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Tere Lomelí es una persona obsesivo-compulsiva, con graves frustraciones profesionales y desórdenes de tipo psico-sexual.

Esto la obliga a concentrarse en los aspectos más inmediatos y materiales de los lugares en que se encuentra, tal es la razón de que frecuentemente lo tase todo por su valor económico.

¿Cuánto vale, cuánto pagaron? son las frases que ella utilizará en cualquier plática informal, mas cuando entra por razones laborales, en una conversación más seria y de fondo, sus preguntas cambiarán a ¿cuánto se ahorró, cuándo se autorizó?

El concepto pérdida-ganancia tiene una preponderancia sobre otros aspectos como pudieran ser utilidad-servicio. Por esto, quien observe detenidamente podrá advertir unos pequeños pliegues a los lados de la nariz, el gesto de quien huele algo desagradable, o desaprueba lo que ve.

Con la gente bajo su mando -es decir, con el personal administrativo de todos los campus del ICESH, por ejemplo- utilizará una manera directa de indagar sobre los costes y origen de mobiliario, uniformes, artículos publicitarios y demás, empleando la ventaja que se obtiene de una pregunta hecha cuando no se tiene tiempo de pensar una respuesta.

Así, obtiene información de manera brusca, ayudada por su experiencia como administrativo y principalmente, por su experiencia como promotora de eventos a cargo del ICEST en todos sus Campus.

¿Cuánto costó, cuándo lo compraron, en cuánto salió cada uno de...? son frases que reconocerá cualquier empleado que tenga el disfortunio de tenerla frente a sí.

Los desórdenes más graves, en el ámbito psico-sexual, se muestran sobre todo en el tipo de vestimenta utilizada y el corte y tinte, que no cambiará porque en ellos ha encontrado un ancla para no sentirse perdida en un ambiente donde el trato entre empleados es más bien relajados, y donde se tiene el precedente de Manola, la esposa de Dorantes.

El peinado estará siempre, y en toda circunstancia, bien cuidado, pero con un corte de modelo de revista de los años 70. Esa es la figura que se observará siempre, un anacrónico tinte de pelo en un corte que dejó de verse hace años, y es la única manera de enfrentar un mundo que exige cambios ante los cuales ella no se siente a gusto, o 'en su elemento'.

Los esporádicos encuentros sexuales -si los hay, y cuando los hay- fortalecen esta imagen de 'alguien centrado' que ella ha forjado de sí misma, evitando así contraponerse o cuestionarse sobre su manera de reaccionar ante el mundo real y los problemas cotidianos.

Este tipo de personas tiende a tener rituales casi imperceptibles, pero evidentes para quienes los han tratado por periodos de tiempo prolongados. Vigilará el fistol, la pañoleta, las mancuernas, el color de los aretes, pero de una forma obsesiva. Y esto lo efectuará también en circunstancias donde el aspecto ritual es desapercibido y más tolerado: al tomar alimentos en restaurantes, o asistir a una simple reunión 'informal' en un café. Para este tipo de personas no existe lo 'informal', todo reviste un aspecto de elaboración que sólo puede encajar en una de dos opciones: correcto o incorrecto.

Por ello, al asistir a tomar café, nunca pedirá otra cosa que el mismo sabor de siempre, y también siempre comerá el mismo número de galletas, ni una más ni una menos. Quien sea igualmente compulsivo, observará que incluso el número de vueltas necesarias para que la cucharilla disuelva el azúcar en el café, o en el té -la cumbre de las cumbres en lo que a rituales se refiere- es invariablemente igual en todo momento.

Para ocultar esa insatisfacción íntima, se observará que sus elogios o 'piropos' siempre irán dirigidos a personas del sexo opuesto menores a ella, aunque nunca con una diferencia de más de 10 años, para guardar la apariencia de 'corrección' que espera proyectar a los demás.

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¡Gracias Lic. por su plática del pasado 18 de julio!